


Nuestra historia
Palúf Ecoaldea 🌿 es un espacio de sanación, conciencia y reconexión con la esencia natural del ser. Nació en el corazón del Cerro Majuy, Cundinamarca, como un llamado de la Tierra a recordar quiénes somos y cómo habitarla en armonía. Fundada por Paula, Luisa, Fernando, Jaidy y Daniel, Palúf es familia, raíz y propósito: un tejido de almas unidas por el deseo de sanar y servir.
Somos una ecoaldea sagrada donde la psicología holística, la medicina ancestral y el ecoturismo consciente se entrelazan para acompañar procesos de transformación interior. Aquí, cada retiro, ceremonia o terapia es una puerta hacia el reencuentro con el alma, la expansión del amor propio y la sabiduría del cuerpo.
Desde la montaña compartimos experiencias que integran arte, naturaleza, espiritualidad y ciencia, guiadas por el respeto a la vida y a los ciclos sagrados. Palúf es un refugio para quienes buscan equilibrio, descanso y sentido, un lugar donde la Tierra sana contigo y tú sanas con ella. 💫




Vida Sostenible
La comunidad está viva. Palú es hogar de almas diversas que traen sus dones como semillas:
músicos que abren portales con sus cantos, cocineras que canalizan alimento con sabiduría,
constructores que dialogan con el barro y la madera, artistas que pintan lo invisible,
psicólogos del alma que sostienen procesos profundos, guardianes de plantas maestras y caminantes del corazón.
Cada quien habita su verdad y la entrega al tejido común.
Aquí puedes llorar sin explicaciones, reír sin motivo y bailar sin música.
Aquí se celebra lo crudo, lo real, lo sagrado.
Se siembra el alimento y también la intención.
Se cosechan frutos y también visiones.
En Palú, no tienes que ser nadie.
Solo estar. Respirar. Sentir.
Y permitir que la montaña, los rituales, el arte y los encuentros te devuelvan a ti.
Vivir en Palúf es un acto de rendición y presencia.
Aquí los días no se cuentan por horas, sino por respiraciones profundas, silencios compartidos y miradas que sostienen.
Despiertas con el canto del viento entre los árboles y el murmullo de los colibríes que custodian el portal.
Cada amanecer es una ceremonia, cada comida una ofrenda, cada encuentro una medicina.
En Palú no hay prisa, pero sí propósito.
La tierra te invita a descalzarte y recordar el pulso de la vida.
El fuego no sólo calienta, también escucha.
La medicina no sólo sana, también revela.



